Jornada Mundial de los Pobres: ¿Qué debemos hacer los cristianos?
Este mes de noviembre se celebra la Jornada Mundial de los Pobres. Y ¿Qué es eso? ¿Cómo debemos actuar los cristianos? Por eso el Papa nos ha dado unas ideas, bajo el titulo "Tiende tu mano al pobre". Descubrámoslas.

La pobreza es otra pandemia que nos ataca con fuerza. Y no es una que haya surgido en este 2020, o que pueda solucionarse fácilmente. Contra ella hace falta una "vacuna" de amor. Nosotros los cristianos sabemos que todos somos iguales, y que Jesús nos quiere a todos, pero, aun así, muchas veces no hacemos lo correcto, hacemos la "vista gorda" con estos hermanos nuestros y "pasamos del tema". Dios mismo, que podría haber nacido rico, rodeado de riquezas y gloria, prefirió nacer en una familia pobre, en un establo del pequeño pueblo de Belén, sin más calor que el de sus padres y un pesebre de paja. Jesús dijo que venia a "proclamar la buena nueva a los pobres" (Lucas 4, 14-22). Cristo ni siquiera tenia un lugar que llamar casa: "Y un escriba se acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.» Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»" (Mateo 8, 19-20).
Si esto es así ¿Qué nos pasa a nosotros? Nosotros somos los jóvenes que decimos seguir a Jesús. Lo llamamos "amigo", "señor", etc. pero obviamos lo que no nos gusta.
Por eso el Papa nos llama la atención. La Iglesia hace frente a las largas "colas del hambre" de las personas que han perdido sus trabajos por esta pandemia. Abre escuelas, pozos, comedores en los paises más recónditos del planeta. Sin embargo la Iglesia no es una institución. La Iglesia somos todos. Todos podemos poner nuestro grano de arena para ayudar al pobre. Y pobre no es, como a veces se pinta en las películas y otros medios, personas alejadas de la sociedad o cosas semejantes. No. Pobre puede ser tu vecino que ha perdido su trabajo, tu abuelo sin pensión, tu mismo llegado el caso. Ser pobre se ha estigmatizado, da vergüenza reconocerse en esa situación e incluso pedir ayuda.
Por eso el Papa nos dice lo siguiente:
"Tiende tu mano al pobre" (cf. Si 7,32). La antigua sabiduría ha formulado estas palabras como un código sagrado a seguir en la vida. Hoy resuenan con todo su significado para ayudarnos también a nosotros a poner nuestra mirada en lo esencial y a superar las barreras de la indiferencia. La pobreza siempre asume rostros diferentes, que requieren una atención especial en cada situación particular; en cada una de ellas podemos encontrar a Jesús, el Señor, que nos reveló estar presente en sus hermanos más débiles (cf. Mt 25,40).

Y es que vivimos en una globalización del egoísmo. El "yo" nos ha cerrado los ojos frente al "otro". Nosotros estamos bien, ¿qué más da el semejante?. De eso ya se encargará otro, ya sea la Iglesia, una ONG, cualquiera...menos yo. Ante eso su Santidad nos dice:
«los excluidos siguen esperando. Para poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta, se ha desarrollado una globalización de la indiferencia. Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe» (Evangelii Gaudium 54)
(https://www.bibliacatolica.com.br/es/la-biblia-de-jerusalen/santiago/2/)
Bien. ¿Y que hemos de hacer entonces nosotros? Ser simplemente cristianos. Eso basta. Ayudar a quien tiene necesidad, tratarlos con caridad, como seres humanos que son y hermanos nuestros. Enterarnos de que iniciativas hay en nuestra ciudad (Córdoba) o en nuestro pueblo. Ver que se puede hacer. Y eso significa salir de nuestra burbuja de comodidad, es cierto, a todos nos pasa eso. Pero Jesús no quiere a personas cómodas, nuestro sofá no cabe por la puerta del cielo. Como diría Francisco "¡¡Armad lio!!"

